jueves, 16 de diciembre de 2010

TERMINAMOS EL PRIMER TRIMESTRE DEL CURSO.


Observando el trabajo con mis alumnos, y los resultados de la primera evaluación no tengo más que acordarme del primer año en el que trabajé (que ya llovió), y que estuve en una escuela unitaria. Allí tenía niños y niñas de distintas edades y distintos niveles a los que había que tratar de forma totalmente individualizada. Pues bien, después de los años, vengo a este centro y resulta que tengo un trabajo similar. Niños que tienen en común la edad (además de otras cosas) pero con los que hay que trabajar de forma individualizada; cada uno tiene un nivel curricular ,  un ritmo de trabajo distinto,  un comportamiento diferente, y todos con algo en común, la escasa autonomía. Estamos en 5º, y quieres dejarlos que comiencen a trabajar solos,  pensar solos,  resolver solos. Es imposible, cuando te das cuenta ya los tienes en tu mesa con el cuaderno y el lápiz haciendo los ejercicios a tu lado. Unas veces porque no los saben, otras porque no tienen seguridad en lo que saben y necesitan de ese apoyo, de ese calor que les transmite su maestra y se sienten más seguros, más capaces. Y es que si me parece imprescindible la conexión del educador y el educando para que el proceso de enseñanza-aprendizaje se realice adecuadamente, en este caso esa comunicación es mucho mayor, es más necesaria, más cercana, se da de forma natural.
Siento que en el camino que nos queda por recorrer juntos antes de terminar la Educación Primaria, me queda mucho por enseñar, me queda mucho por aprender, y entre todas estas cosas , prepararlos para cuando salgan de este entorno en el que se sienten protegidos.

1 comentario:

  1. Visto lo visto no soy la mas indicada para aconsejar y dar ánimos, solo te digo que en cada momento que pasas con tus alumnos les das algo de ti misma, lo mejor, y por mucho que nos intenten hacer ver lo contrario, dejas huella educativa, humana y social, y quedará en ellos para el resto de sus vidas.

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